Vales para misas
Vales para misas
Estimado Sr. Cura:
Me permito molestarle por un momento para sugerirle una idea sobre los VALES para MISAS de intenciones a fin de que el pueblo fiel haga celebrar más misas para sus seres queridos.
La gente compra anticipadamente los VALES y estos les autorizan a escribir una intención de misa para un difunto donde quieran y cuando quieran, de momento en su parroquia, más adelante podría ser en todo el obispado. Así se ahorran tener que acudir al despacho parroquial cuando quieran encargar una misa. Es para fomentar que se hagan decir misas, aprovechando que se pueden incluir varias intenciones en una sola misa por la escasez de sacerdotes. Así gana el mantenimiento de la Iglesia, las almas del Purgatorio y la Iglesia militante que recibe las gracias que obtienen esas almas. Se podría experimentar. Cada parroquia u obispado se podría confeccionar los talonarios por su cuenta. En el reverso se da explicación de cómo utilizar estos VALES. Los VALES o talonarios se pagan previamente según estipendio, después se rellenan en casa para cuando quieran encargar una misa. Una vez pagados y entregados será conveniente estampar el sello de la Parroquia en cada VALE.
Cada talonario contiene 20 VALES.
Un sofisma muy dañino
Referente a las intenciones para misas en sufragio de los difuntos, hay que acabar primero con el sofisma o falso argumento que dice que no se pueden cobrar las intenciones porque la misa tiene un valor infinito y, por lo tanto, no se puede comprar o encargar una misa pagando porque su valor es inalcanzable. Bueno, aquí hay un sofisma claro, un espejismo que a primera vista parece cierto e incontestable, pero no resiste el más mínimo esfuerzo para derribarlo.
- En el libro 2 de Macabeos 12:43 se lee: “También hizo una colecta, hombre por hombre, de dos mil dracmas de plata, y la envió a Jerusalén para ofrecer la ofrenda por el pecado. Al hacerlo, actuó muy bien y honorablemente, teniendo en cuenta la resurrección”. Por lo tanto, los soldados pagaron de su bolsillo un dinero para el perdón de los pecados de sus compañeros muertos en batalla. Tenían que pagar la ofrenda del Templo a favor de sus compañeros.
- En los lugares o parroquias donde se ha suprimido el estipendio de los fieles para pedir intenciones de misas para sus familiares difuntos, apenas se encargan ya misas. Cuánto más gratis, menos. Comprenden por puro instinto que lo que “nada cuesta, nada vale”. No les vale con decir al cura “diga usted una misa por mis padres Juan y Cecilia”, sin dar una cierta cantidad de dinero. Quieren participar con un donativo, con un pequeño sacrificio de su parte. Tampoco les satisface que les digan “deposite lo que usted quiera en el cepillo” porque esto les deja dubitativos. Resultado: no se encargan apenas misas. Se suprimen, en la práctica, las intenciones de misas para difuntos, como si fuéramos protestantes. El demonio sale ganando, y las almas del purgatorio salen perdiendo.
- También sale perdiendo la Iglesia y la parroquia, que deja de ingresar un dinero que luego tiene que buscar en otras partes para pagar la luz, la calefacción, la limpieza, etc.
- Y esto nos lleva a una distinción básica, enlazando con el sofisma de que una misa no tiene precio, porque su valor es infinito tratándose del valor infinito del Sacrificio de la Cruz donde se ofreció y se ofrece Jesús a gloria de Dios Padre. En efecto, podemos hablar del valor intrínseco de la Misa, que realmente es infinito teológicamente hablando, y del valor extrínseco de la Misa que éste sí que es material y finito. Para celebrar una misa a favor de unos difuntos o un difunto se precisa un sacerdote, que necesita comer para vivir entre otras cosas más o menos imprescindibles, sujetas a la economía. Se necesita un templo limpio, con luz y calefacción muchas veces, cirios, pan y vino, ornamentos… y, no lo olvidemos, una superestructura llamada Iglesia. Todo esto vale dinero. Los tiempos que corren no son como para desechar los recursos económicos para la autofinanciación de la Iglesia y lo más lógico es que el sacerdote viva de su trabajo, como diría san Pablo.
En conclusión, no nos avergoncemos de cobrar estipendios por la celebración de misas para los difuntos. Un último argumento: “Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus” : aquello que se ha hecho siempre, en todas partes y por todos en la Iglesia, significa que es bueno y verdadero. Siempre se han encargado y celebrado misas para los difuntos y siempre han ido acompañadas de un estipendio.